Como cada año miles
de fieles católicos visitan el poblado de Aquiles Serdán, Chuina, para poder
agradecerle y pedirle algunas cosas a la virgen de Chuina, la cual aseguran
nunca les ha fallado. Los devotos en su mayoría son provenientes del Estado de Yucatán
aunque en los últimos años la fama de la virgen se ha expandido en toda la zona
del sureste mexicano y hoy en día se
puede observar visitantes de otras entidades como Quintana Roo, Tabasco y
Chiapas.
Los fieles hacen una larga fila para poder tocar, ver, y
acariciar a la Virgen, quien con una mirada casi angelical los contempla, una
de las partes más emocionantes de la misa es cuando algunas mujeres derraman
una lagrima después de tocar el manto sagrado
de la virgen. “No importa esperar
bajo el sol, lo que yo quiero es ver a la virgencita y agradecerle por su bendición
en mi familia”. Asegura la señora
Manuela López, originaria de Tabasco y quien lleva más de 20 años visitando a
la virgen.
Luego de subir a la iglesia “Nuestra señora de los Dolores”,
los creyentes se van a bañar a la laguna para poder renovarse en su vida espiritual. Por ser
la laguna donde según la leyenda apareció la virgen, muchos creen que es
sagrada y el agua esta bendita y es por ello que algunas personas hacen todo lo
posible para poder tener un poco del agua, tal como la señora María Cruz, quien
pidió a unos niños que le mojaran su toalla y poder exprimirla sobre su cuerpo,
ya que por su avanzada edad no puede entrar a la laguna.
Algunas personas encienden veladoras alrededor de la iglesia
para pedir por sus familiares y amigos, entre las peticiones más solicitadas se
encuentra la salud y la felicidad, las lágrimas que derraman los fieles hacen
estremecer a cualquiera y sin duda alguna comprueban el dicho “la fe mueve
montañas”. Pues algunas historias de
vida y devoción son realmente extraordinarias.
Al subir a lo más alto del cerro se puede observar
veladoras, cartas, mantas, ropa, y muchos objetos personales que las personas
dejan para que la virgen los pueda ayudar y seguir bendiciendo. Las horas pasan
en el recorrido por aquel pequeño poblado y la hora de partir es inevitable
pero todos se van con la promesa de regresar el próximo año.
Por: Yair Rodriguez.
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