#Columna
UN DÍA EN CAMPAÑA
Por: Nicolás Guzmán
Se siente como un Dios al llegar a
la comunidad, pero a diferencia
de Jesús no andaba a pie y en
sandalias o en burro, sino en
lujosas camionetas blindadas,
tampoco quienes lo rodean son
sus discípulos sino secretarios, les
cargan las maletas, el agua, el
pañuelo, les toman fotografías, les
dan consejos y los adoran y
adulan.
Pero se siente un Dios, no por
poseer poder divino, sino por
llevar las maletas llena de fajos
de billetes, eso le da poder para
decir y hacer y recibir obediencia,
y los que acuden a él, no es para
escucharlo ni recibir bendiciones,
sino para recibir algo de esos
billetes, que su secretario reparte
como ostias con poder de
salvación.
También encuentra fariseos a su
paso o espías, los que se quedan
apartados de la reunión, pero
inmediatamente son tentados,
son involucrados en la fiesta y al
final tienen espacio en la mesa.
Los habitantes del pueblo,
recuerdan su nombre tanto lo que
dura el valor de su billete, pero
ninguna palabra de su mensaje, y
así recorre cada pueblo, cada día
y termina el recorrido cuando se
agota el contenido de su maleta, y
entonces se convierte en un
mortal.
En su rostro, comienza a reflejarse
el miedo y la preocupación, es el
medio a un destino adverso y
porque sabe que no es el mesías
político y que difícilmente acepte
sufrir y padecer.
domingo, 31 de agosto de 2014
UN DÍA EN CAMPAÑA
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